“Ávila está hecha de cantos y de santos”. Esta frase bien podría resumir lo que nos podemos encontrar en esta ciudad. Pero Ávila es esto y mucho más.
A poco más de una hora de Madrid se encuentra esta pequeña joya llena de rincones históricos. Tiene una de las mejores murallas de Europa, posee una gastronomía inigualable, pero sin duda por lo que casi más es conocida es porque Ávila es la cuna de Santa Teresa de Jesús.
Una de las cosas que más impresiona al llegar a la ciudad es la muralla románica que, junto al casco antiguo, fue nombrada Patrimonio de la Humanidad en 1985. Está considerada como el recinto amurallado medieval mejor conservado de España y uno de los mejores de Europa.
La muralla mide más de 2,5 km, tiene 2500 almenas, 87 torreones y 9 puertas. Y además, ¡puedes subir y caminar por ella! ¡Prepara la cámara!
¿Sabías que para su construcción se reutilizaron materiales de una necrópolis romana, y en algunos puntos son perfectamente visibles? Al subir tendremos unas preciosas vistas de los valles que rodean la ciudad.
Una vez la atravesemos por cualquiera de sus accesos, nos encontraremos en una red de pequeñas callejuelas, cuajadas de palacios, iglesias y conventos, todos edificados en piedra, que nos transportarán a la Edad Media. Un ejemplo sería la Torre de los Guzmanes, construida en el s. XVI, que tiene un precioso patio renacentista y que hoy es la Diputación Provincial.
Pero una de las protagonistas de Ávila es Santa Teresa de Jesús, que nació en la ciudad en 1515.
Nuestros pasos nos llevarán a la Iglesia de Santa Teresa, levantada sobre la casa natal de la santa. Junto a la iglesia, podremos ver algunas de sus reliquias y pertenencias.
De camino a la Plaza Mayor nos encontramos con la Iglesia de San Juan, donde se conserva la pila bautismal de Santa Teresa. Y una vez en la plaza, también llamada del Mercado Chico, podemos comprar las famosas yemas de Ávila en las pastelerías que se hallan allí.
Por todo el pavimento de la ciudad podemos ver unas marcas con las huellas de la santa, que se encuentran diseminadas por todas las ciudades españolas donde hay conventos fundados por ella.
En Ávila se encuentra el Convento de Nuestra Señora de Gracia donde la pequeña Teresa ingresó siendo una niña en contra de su voluntad. También encontramos el Monasterio de la Encarnación donde permaneció de manera ininterrumpida casi 40 años y el Monasterio de San José, primera fundación de la Santa.
Paseando por la calle de López Núñez de camino a la Basílica de San Vicente, podemos deleitarnos con algunos palacios renacentistas, como el Palacio de los Águila o de los Verdugo, que no evoca una época de esplendor e importancia para la Corona de Castilla, además de ver ¡y tocar! un verraco de la Edad del Hierro.
La Basílica de San Vicente, sita extramuros y cuya construcción se inicia en el 1120 en el lugar del martirio de los hermanos Vicente, Sabina y Cristeta, alberga el cenotafio que guardó sus cuerpos, y que es una de las obras escultóricas más sobresalientes del románico español, cuyo policromado se conserva original.
Otra de las joyas indiscutibles de Ávila es la catedral, siendo única ya que es la primera construida en estilo gótico en España, con una estética que recuerda al gótico francés y con aspecto de fortaleza. En el interior podemos contemplar obras de Pedro Berruguete en el altar mayor y la tumba de Adolfo Suárez.
El mejor final para estas visitas es disfrutar de la gastronomía: chuletón de Ávila, patatas revolconas, sopa castellana o judiones nos esperan en cualquiera de los restaurantes que podemos encontrar en la ciudad.