La inquisición Española en Madrid: el legado de el Gran Inquisidor en Madrid

Dentro de la historia de España encontramos hechos no nos dejan indiferente y que han generado un verdadero daño económico, político y social de una magnitudes incalculables. La persecución a los judíos en España y su «actividad judaizante» fue la causa de la instauración de la Inquisición en España por los Reyes Católicos aunque a lo largo de los siglos evolucionó como Tribunal de la Fe y de la Moral, finalizando como un mero Tribunal censor y que buscaba mantener la línea de pensamiento único en España hasta su completa desaparición en 1834.

Uno de los personajes centrales de la Inquisición de España es Tomás de Torquemada, el gran inquisidor de Madrid. Desde Arkeo Tour® queremos descubrir contigo el legado del gran Inquisidor en Madrid: prudencia, rectitud y santidad.

Prudencia, rectitud y santidad. El legado de El Gran Inquisidor en Madrid, Torquemada

Tomás de Torquemada organizó el tribunal de la Inquisición en España. Su nombre es asociado a los peores agravios. Fundamentalista, intolerante, intransigente y fanático, así recordamos al que un día fue confesor de la reina Isabel de Castilla.

No se sabe a ciencia cierta dónde nació, pero debido a su nombre, muchos eruditos deducen que su lugar de procedencia es la localidad de Torquemada en Palencia, aunque realmente no hay datos de ello y por su puesto nadie lo reclama como oriundo de ningún lugar.

De familia humilde, inició los estudios eclesiásticos por indicación de su tío el cardenal Juan de Torquemada en el convento dominico de San Pablo en Valladolid. Los dominicos eran implacables, la orden más severa, inquebrantables, apodados por la tradición como domini cannes, los perros del señor. Su pupilo Torquemada multiplicó la severidad de las enseñanzas dominicas con rabia, inclemencia y odio contenido contra los que renegaban de la fe cristiana pues, aun siendo de ascendencia judía denotaba un marcado antisemitismo. Los herejes y conversos fueron sus principales objetivos, pero todo aquel que osara hablar en contra de la Inquisición era considerado sospechoso.

Torquemada, confesor real de Isabel la Católica

Con todo esto así, fue a este hombre a quien Isabel la Católica dio poder absoluto. En torno a 1478 se le señaló como confesor real, si bien la relación con la reina venía de tiempo atrás al menos desde 1469.

Torquemada era además especialista en fabricar pruebas falsas, pruebas para acusar a los judíos. La más famosa de sus manipulaciones quizás sea la del Santo niño de La Guardia, caso que se dio en Toledo en el año 1489 en pleno apogeo del dominico cuando se acusó a dos judíos y a seis conversos de secuestrar a un niño en la catedral de Toledo y llevárselo a la cercana localidad de La Guardia donde, según esa acusación: “lo atormentaron, crucificaron, le sacaron el corazón y mojaron en su sangre una hostia consagrada con la intención de arrojarla a las aguas de Toledo para envenenarlas”.

Por supuesto el cuerpo del niño, que pasó desde ese momento a ser el Santo Niño de la Guardia, nunca apareció porque el crimen nunca existió. Todas las pruebas fueron creadas por Torquemada para ejecutar a ocho personas responsables de nada.

Esta, como tantas otras, fue una de las tretas de Torquemada para ir calentando el decreto de expulsión de los judíos que, de hecho, solo unos meses después de quemar a estos hombres, se firma Torquemada se retiró a un lugar que ayudó a fundar y que se construyó con los bienes confiscados a los judíos, el Monasterio de Santo Tomás en Ávila y desde allí aún tuvo energías para convocar a los inquisidores y redactar nuevas instrucciones para su funcionamiento.

No cabe duda de que Torquemada fue uno de los dominicos de mayor relevancia durante el reinado de Isabel la Católica, si bien la cada vez más frecuente relación entre Isabel y fray Hernando de Talavera, hubo de significar su desplazamiento.

Reo de la Inquisición, los Caprichos de Goya

Aunque la reina debió mantener la relación con su antiguo confesor, ya que de 1490 se conserva una carta en la que Isabel I se disculpaba al prior de Santa Cruz de Segovia (que era probablemente Torquemada) por no haberle escrito debido a un problema en la vista y de fiebres.

Pasó allí los últimos años de su vida entre la avaricia y alienado porque estaba convencido de que querían matarlo. Con sus amarguras, aborrecido y arrinconado por todos llegó a ser tan osado que sin falta alguna de escrúpulos denunciaba a cualquiera que tuviera la sospecha de ser hostil a las leyes inquisitoriales acusando obispos y cardenales, a sus familiares y amigos etc.

Murió en dicho convento en septiembre de 1498 donde no permaneció ni un siglo, pues en 1572 lo cambiaron de sepultura dentro del mismo convento porque había que hacer hueco al obispo de Salamanca, Francisco Soto de Salazar religioso de mayor rango y prestigio que él.

Según la leyenda y recogido por Henry Charles Lea cuando estaban interrumpiendo el descanso de Torquemada “se expandió un sobrenatural aroma de deliciosa dulzura que causó gran confusión a los que se dedicaban a tan sacrílega tarea” quizá por intentar mitigar sus crímenes se le quiso dar una última indulgencia divina con esa “fragancia embriagadora” que brotaba de su sepultura.

Pasaron más de dos siglos cuando llegó a España Napoleón y los huesos de Torquemada no se libraron de la destrucción de sus tropas y actualmente no se sabe ni dónde están sus huesos ni su tumba.

La inquisición Española. Exurge domine et iudica causam tuam

Los Reyes Católicos fueron tan claves en la vida de Tomás de Torquemada como Torquemada lo fue para los Reyes. Quizá Torquemada no hubiera llegado a ejercer tantísimo poder sobre los habitantes de los reinos de España, pero los Reyes Católicos sin Torquemada no hubieran tenido ese arma tan potente y peligrosa como lo fue la Inquisición Española.

El término Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía en el seno de la Iglesia Católica. La Inquisición medieval, de la que derivan todas las demás, fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros.

La Inquisición toma su nombre de un procedimiento penal específico, llamado la Inquisitio, que se caracterizaba por la formulación de una acusación por iniciativa directa de la autoridad, es decir, sin necesidad de delaciones o acusaciones de testigos.

Existía ya, la Inquisición medieval. Pero ésta no bastaba a los Reyes Católicos. Por una parte, había perdido su antiguo vigor y energía. Además, no existía en Castilla, donde principalmente deseaban los Reyes Católicos iniciara su actividad el nuevo tribunal. Fuera de esto, la Inquisición medieval estaba íntimamente unida con el Papa y con el Maestro General de los Padres Predicadores, y no poseía la independencia, que los Reyes Católicos deseaban en la Inquisición española.

Deseosos de recibir la legitimación eclesiástica que su pretendido poder absoluto requería y conscientes de la problemática socio religiosa que planteaba la cuestión judeoconversa, los monarcas suplicaron al Papa Sixto IV el establecimiento de la nueva Inquisición.

Por la bula Exigit sincerae devotionis que el papa Sixto IV envió a los Reyes Católicos en noviembre de 1478, bajo apariencias de tribunal eclesiástico, la Inquisición española fue un instrumento con la finalidad encubierta de destruir la poderosa minoría judeoconversa que había suscitado el odio de los cristianos viejos.

Mediante esta bula, Sixto IV otorgaba a los Reyes Católicos la facultad de nombrar tres obispos, arzobispos, sacerdotes seculares o religiosos en cada ciudad o diócesis de sus reinos de España dotados para la averiguación y castigo de los herejes, de los mismos poderes que los ordinarios u otros inquisidores pontificios.

Este documento da inicio en Castilla un nuevo Santo Oficio con matices determinantes de carácter moderno alejados de la inquisición medieval. No obstante, también heredará características de la organización y procedimiento de su antecesora.

La jurisdicción que ejercía era de carácter extraordinario, los Reyes Católicos pusieron a disposición del Santo Oficio una gran cantidad de medios personales, materiales y legales que integraron a la Inquisición dentro del aparato administrativo propio de la Monarquía, hasta convertirla en uno de sus más importantes instrumentos de poder.

Al poco tiempo, el aumento de inquisidores actuando en todo el territorio del reino de Castilla y la instauración de un mayor número de tribunales estables (en 1497 ya se podían contar hasta 23 tribunales inquisitoriales en los territorios de la monarquía hispánica), se hizo necesaria la designación de un Inquisidor General para la Corona que coordinase la actuación del organismo. En 1483 se nombró para este cargo al dominico fray Tomás de Torquemada centralizando la dirección del Santo Oficio en una persona de la que los reyes decidían su nombramiento y delegaban en él su autoridad convirtiéndose en el eslabón a través del cual el Santo Oficio pasa a formar parte del aparato estatal totalmente supeditado a la voluntad de los monarcas. A partir de este momento se puede manifestar que verdaderamente comenzaría a andar la Inquisición moderna.

El primer Tribunal de la Inquisición moderna se crea en Sevilla en 1481, aplicando esa bula de Sixto IV. Poco después, ante la dureza empleada, el Papa está a punto de anular su concesión. Las promesas de mesura hacen que se deje pasar esta oportunidad. Y se instalarán tribunales de la Inquisición también en la Corona de Aragón.

Ruta por la Inquisición Española: el Santo Oficio en Madrid

Actualmente aún podemos rastrear las huellas de la Inquisición por la capital pues aún conserva vestigios de esta obsoleta institución. Numerosos espacios del centro de la ciudad expresan la presencia del Santo Oficio.

No fue hasta 1650 cuando se instaura en Madrid el Tribunal del Santo Oficio propio sin estar supeditado del de Toledo, instalándose el Consejo de la Inquisición en el convento dominico de Nuestra Señora de Atocha (hoy basílica) hasta 1780 que pasó posteriormente a ser el Consejo Supremo del Santo Oficio en el palacio que sita en la calle Torija.

Hoy evoca su recuerdo una placa sobre la fachada de ladrillo del austero edificio pues cuando la Inquisición fue abolida en 1820, no sin protestas, fue utilizado para otros menesteres pasando de Ministerio de Fomento a albergar un hotel o una imprenta para después convertirse en el convento de las Reverendas Madres Reparadoras que es hoy en día.

Muy cerca de este lugar se encuentra la antigua calle de la Inquisición, hoy, Calle de Isabel la Católica donde estaba el Tribunal de Corte y las cárceles de la Inquisición. Podemos seguir el rastro del Santo Oficio también en la muy próxima calle Santo Domingo donde se encontraba un monasterio con el mismo nombre en cuyas mazmorras llevaban a los reos que habían sido condenados en auto de fe en la Plaza Mayor y que luego serían quemados en la actual glorieta de Ruiz Jiménez.

Este monasterio de Santo Domingo también sirvió para albergar el archivo de los Autos de Fe y aunque demolido en 1869, sus mazmorras han resistido al trascurso del tiempo convirtiéndose hoy en día en un bar de moda. Entre cócteles y música sus paredes callan lo que un día fue pavor y crímenes para unos, justicia y honradez para los otros.

Varios de los casos más cruentos y llamativos de la Inquisición española se encuentran a caballo entre la realidad y la ficción, entre ellos, destaca en la ciudad madrileña el caso del auto de fe en la Plaza Mayor contra Benito Ferrer el 21 de enero de 1624. Este caso es particularmente conocido entre los madrileños pues parece que estuvo presente durante el ajusticiamiento el célebre poeta y dramaturgo Lope de Vega.

En la Biblioteca Nacional se conserva la Relación del auto de la fe realizada por el cronista de Almansa. En ella el autor refiere que el reo, de ascendencia judeoconversa fue acusado de sacrilegio y herejía por haberse nombrado falso sacerdote y como tal, fue condenado a la hoguera:

“Ferrer, con ánimo diabólico, agarro la hostia consagrada de las manos del sacerdote y haciéndola pedazos, holló y piso con sus pies, diciéndole palabras afrendosas que no oso referir por el miedo, quedando la hostia destrozada en pedazos en el suelo.»

Historias y lugares como estas y muchas más podéis disfrutar animándoos a visitar con nosotros el Madrid de la Inquisición

Durante esta visita los guías de Arkeo Tour® os descubrirán los sombríos secretos de los inquisidores en Madrid. La ciudad conserva aún hoy numerosos vestigios relacionados con los autos de fe, como calles, plazas, iglesias, conventos, monasterios y hasta un antiguo palacio.

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