Pablo Picasso. El prostíbulo que encabezó su búsqueda de la libertad

Picasso jugó, sin saberlo, a caballo ganador con sus nuevas reglas rompiendo con la trayectoria anterior. Tras largo tiempo de ensayos y bocetos, exhibió su obra “El burdel filosófico” por primera vez en París en 1916. ¿No conocéis este cuadro?

Quizá recordéis el nombre que André Salmon le adjudicó, pues le recordaba a un prostíbulo de la calle Avinyó de Barcelona…

¿Os resulta ya conocido? ¡Seguro que sí! Hoy os hablamos de los orígenes de esta obra de arte picassiana: Las señoritas de Avignon.

 

Las señoritas de Avignon, Pablo Picasso

Pablo Picasso (Málaga, 25 de octubre de 1881-Mougins, 8 de abril de 1973) fue un innovador incansable. Su continuo proceso de renovación hace complicado determinar una constante. Todo lo contrario: es fácil identificar los cambios y las rupturas. Además, el paso de una fase a otra no implica que el autor deje encerrados estilos, sino que se toma la libertad de seguir abordándolos aun habiéndolos superado.

Las Señoritas de Avignon son algo más que un cuadro, son una colección de trabajos, reflexiones, bocetos, ideas, encuentros y desencuentros que produce Picasso para llegar luego a un objeto concreto que es el cuadro en sí.

Como era costumbre en el artista malagueño, Picasso realizó una serie de bocetos antes de trabajar en la obra final.

Para ejecutar este lienzo, realizó más de 800 estudios preparatorios que incluían dibujos detallados de cada personaje, sus cabezas, sus cuerpos, etc., repartidos en 16 cuadernos antes de dar vida a la conocida obra pictórica. En estos bocetos se gestó la que resultó ser una de las obras de arte más paradigmáticas del siglo XX.

Hay dos bocetos que llaman especialmente la atención y nos demuestran cómo Picasso cambió su idea inicial haciendo que la pintura adquiriera un sentido más confuso. En el primero, observamos como hay siete protagonistas, cinco mujeres y dos hombres, además la distribución de las mujeres desnudas, así como de los hombres ya insinúan que se trataba de una escena de burdel.

Pero en el segundo boceto, muy próximo al cuadro final, desaparecen las figuras masculinas y la posición de las señoritas es algo diferente. Este cambio significativo ha provocado que la temática haya sido fuente de discusión en muchas ocasiones como también el tratamiento tan radical que Picasso le da al desnudo femenino, muy diferente al tradicional tanto por las formas como por el espacio en el que se enmarca.

De entre estos cuadernos, llama la atención el cuaderno número 7 pues en sus dibujos se percibe la influencia que el arte africano tuvo sobre Picasso. Una influencia que el pintor quiso negar, pero según investigadores actuales, es más que clara, aunque se confesaba conmovido estéticamente por la escultura africana, muy de moda por aquel entonces en París y por la que muchos artistas buscaban el retorno a lo primitivo.

En los seis cuadernos anteriores esta influencia no se había manifestado y es a partir del cuaderno séptimo cuando empieza a vislumbrarse como la escultura africana modifica y configura alguna de las formas de los rostros.

La época Negra de Picasso

Cuando Picasso comienza los primeros bocetos de este icono del arte a comienzos de otoño se adivina el agotamiento definitivo de su etapa rosa cada vez mas ocupado por cuestiones formales y estructurales.

También conocida esta época como el periodo de la influencia africana, el Periodo Negro (1909) es una fase de transición hacia el cubismo. Durante esta breve etapa Picasso se va progresivamente de lo establecido en el arte y crea una nueva corriente.

De manera prácticamente simultanea tras pasar el verano en la localidad catalana de Gósol, tres cosas en ese otoño de 1906 a tiempo que empieza a elaborar los primeros bocetos:

En primer lugar, su conocimiento de lo que estaba en efervescencia en aquel momento en artística. A la vuelta de Gósol vio en casa de Leo Stein que había adquirido “Le bonheur de Henri Matisse» (1869-1954) que había sido expuesto en el salón de los independientes verano. Un cuadro que consuma la ruptura con el neoimpresionismo y que establece una armonía entre los ritmos y las tonalidades cromáticas.

La segunda cosa que aconteció fue la muerte de Cézanne en octubre, pintor por el que profundo respeto y se había dado cuenta de que había estado obsesionado por los mismos que ahora a él le preocupaban. En casa de Matisse vio las “Troix baigneuses” de Cézanne de la derecha pudo influir en la postura de la mujer sentada en el suelo de nuestro cuadro.

En tercer lugar, está el descubrimiento por parte de Picasso de la escultura negra africana a finales de 1906 o principios de 1907. Es verdad que las tallas africanas y oceánicas ya habían sido descubiertas por otros artistas como Matisse, Derain o Vlaminck pero solo fue consciente del poder que había detrás de estos fetiches.

El trasgresor camino hacia la libertad pictórica empieza en los burdeles de Barcelona

Si tenemos en cuenta que Avinyó era una calle de Barcelona donde había varios burdeles, entonces se intuye que la escena representa un prostíbulo aunque los hombres, como hemos visto, ya no estén presentes. Además, el bodegón de frutas que hay en la parte inferior del cuadro se ha interpretado muchas veces como símbolo de la sensualidad femenina. En cualquier caso, esta obra representa a cinco mujeres que miran sin ningún tipo de pudor y sin disimulo a un espectador sorprendido.

En 1907 después de meses de trabajo, Picasso muestra su trabajo a sus amigos más próximos de quienes esperaba una afirmación. La reacción generalizada fue de sorpresa frente a una obra de arte que rompía con toda la tradición pictórica anterior pues se encontraban con que las convenciones y normas desarrolladas en el arte pictórico desde el Renacimiento eran totalmente transgredidas en el cuadro.

Críticas a la obra de Picasso

Todos los historiadores del arte y biógrafos coinciden en las exclamaciones de rechazo del grupo de colega. Varios de sus amigos, dieron un espaldarazo al pintor, como Henry Kahnweiller que se atrevió a decir: «Cést indeifinissable!», ¡Es indefinible!

Incluso hasta Georges Braque, el otro padre del cubismo que muy pronto ayudaría a Picasso a definir el nuevo canon cubista dijo: «¡Es como si quisiéramos cambiar nuestra comida usual por otra de estopa y petróleo!»

También el crítico Félix Fénéon le recomendó que se dedicase a la caricatura y el pintor André Derain aseguró al escritor Daniel-Henr Kahnweiler que «un día veremos que Pablo se ha ahorcado detrás de su gran lienzo».

Picasso estaba empezando a ser reconocido y sin embargo se arriesgó y lo tiró todo por la borda y se quedó solo. Pero consiguió que los teóricos del arte de la actualidad lleguen a considerar sus Les Demoiselles d’Ávignon como la frontera entre la pintura clásica y la moderna.

Picasso y el Cubismo, una nueva manera de concebir la pintura

Y no es para menos, esto es lo que hace Picasso con las Señoritas de Avignon, crear un nuevo modelo. Aunque el cuadro no puede considerarse como cubista, Picasso utiliza en el cuadro muchos de los aspectos que formarían la base de este nuevo movimiento, especialmente la descomposición del espacio y las formas pictóricas, la inspiración en el arte primitivo y la combinación de diferentes puntos de vista en una sola figura.

Picasso va a redefinir el espacio y la forma, decía que se debe representar aquello que se sabe de las figuras no aquello que se ve. La descomposición y esquematización de los cuerpos y del espacio que lo rodea se debe principalmente a un deseo de expresar la idea última que hay en ellos. Aquello que importa en esta nueva manera de pintar es el concepto, no la percepción por eso, las figuras se despersonalizan, se deforman y el espacio también.

Ya no hay perspectiva, el fondo es completamente plano y fragmentario, los colores no se corresponden con la realidad tal y como se observa en los cuerpos. De esta manera el malagueño, muy influenciado por el postimpresionismo de Paul Cézanne sintetiza la realidad en estructuras geométricas.

Picasso introduce también una novedad que será esencial en el cubismo posterior y que fue revolucionario en la composición. Si ponemos nuestra vista en la figura sentada a la derecha podemos ver como está en una postura imposible: el cuerpo girado de espaldas al espectador y la cabeza completamente de frente.

Igualmente, los rostros de todas las féminas se representan de frente y de perfil al mismo tiempo. Como si viéramos a la persona en dos posiciones simultáneas. Con esto, ¿qué consiguió? Nada más y nada menos que representar en una misma figura, múltiples puntos de vista y darle cierta profundidad a un espacio completamente plano.

Influencia del arte primitivo

También es muy significativa la influencia del arte primitivo en los aspectos formales del cuadro. Como ya hemos comentado, en la cabeza de las dos mujeres de la derecha es donde se aprecia con más claridad, solo debemos fijarnos en el colorido tachado de los rostros, la forma alargada de las cabezas y la simplificación de los rasgos que deforman completamente la cara de estas dos mujeres.

Las otras tres damas también tienen elementos que derivan de culturas antiguas como la egipcia que se observa en la posición lateral de la figura más a la izquierda o la cultura íbera que se observa en el rostro y torso de las otras dos figuras.

Pablo Picasso inauguró con esta obra una nueva manera de concebir la pintura. En ella realizó transformaciones revolucionarias que provocarían el nacimiento de una nueva estética de vanguardia: el cubismo.

Aunque en un principio fue objeto de duras críticas con el tiempo se acabó definiendo como la primera obra cumbre del siglo XX.

Desde el impresionismo se había iniciado la destrucción del espacio perspectivístico heredado del renacimiento italiano pero, Picasso va mas allá y destruye el propio espacio. En la obra no existe el espacio libre, vacío donde colocar las cinco mujeres. El espacio, por tanto, pierde su papel de “ambiente” para las formas y se reconstruye en función de las formas mismas. Picasso adapta el espacio a las formas y no al contrario.

Fue un cuadro no visto, sino hablado, transmitido de boca a boca por el mundillo del arte de principios de siglo. Pero el hallazgo que le significa como el talento visionario del nuevo arte, fue un secreto, a voces, pero un secreto.

Las señoritas de Avignon no fue expuesta públicamente hasta 1916 en el Salón de Antin de París, 9 años después de su finalización y no será Picasso si no su amigo André Salmón el que le de a la obra el nombre con el que ahora es mundialmente conocido (y a la postre, quien también realizó la primera descripción del mismo).

El burdel filosófico, Pablo Picasso

Aunque Picasso parece que la denominaba “El burdel filosófico”, sus señoritas retratadas eran un grupo de prostitutas de un burdel de Barcelona, al menos en los primeros esbozos del original.

¿Por qué entonces la referencia a Avignon, la pequeña ciudad francesa?

Pues por una simple confusión, generada por dicho confinamiento de la obra. El Avignon o Aviñón del título proviene, en realidad como hemos comentado, de Avinyó, el nombre de una calle barcelonesa poblada de burdeles.

En aquella exposición de 1916, celebrada en plena Primera Guerra Mundial, el lienzo pasó inadvertido y no fue hasta 1921 cuando Jacques Doucet lo adquirió. En 1937 se exhibió en la Exposición Internacional y, finalmente, en 1939, fue adquirido por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), en Estados Unidos, donde permanece hasta la actualidad.

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Además, podrás acceder con un guía oficial de turismo de la Generalitat de Catalunya al Museu Picasso de Barcelona para analizar obras como ArlequínCiencia y caridad, la serie de Las Meninas o una amplia colección de grabados y litografías originales.

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